Desde el principio de la historia de nuestro país las cosas
estuvieron mal barajadas. O mal enseñadas. Algo que supuestamente el
revisionismo vino a corregir. O en todo caso a malbarajar de nuevo.
Por ejemplo, nos enseñan que ante el avance inglés durante
las primeras invasiones, el Virrey Sobremonte huyó de la ciudad con los tesoros
de la misma. La verdad histórica es evidente. La huida cobarde de un
representante de la Corona ante el avance de la armada británica no lo deja muy
bien parado. Pero no se hace incapié en ese punto (la huida) sino en el de
llevarse los tesoros (o la recaudación). Es decir, el muchacho podía huir pero
tenía que dejar a los ingleses el tesoro. No protegerlo según las órdenes que
tenía.
La historia sigue avanzando y se ocupa de Moreno. Resulta
que para el revisionismo primitivo, Moreno era poco menos que un cobarde que se
ocupa de hacerle la vida imposible a Saavedra (El Perón de la época). Este,
para esos revisionistas originales, por ejemplo Salvador Ferla, es el verdadero
populista de la revolución y el otro, poco menos que un mequetrefe arribista.
Tenía que llegar el neo revisionismo de los últimos años para descubrir en
Moreno un adalid de la libertad de los pueblos nuestroamericanos… No es esta la
discusión que me interesa. Particularmente hay cosas de Moreno que me
simpatizan (por ejemplo el Decreto de Supresión de Honores) y otras que
definitivamente no (su jacobinismo). Pero no me atrevo a juzgar a esos hombres.
Se la jugaron en un momento difícil como ningún otro. En lo que me quiero detener
es en el tema de la “sospechosa muerte” del prócer. Es cierto que su mujer
recibió un anticipo de lo que estaba por sucederle. Pero lo que no entiendo es
porque siempre se pone como prueba ineludible de su asesinato en alta mar el
hecho de que el capitán del barco decidiera darle cristiana sepultura en el mar,
como era el procedimiento lógico. Es decir, no había cámaras frigoríficas donde
guardar el fiambre y hacerle posteriormente una autopsia. ¿Cómo podían
resguardar y evitar la putrefacción del difunto?
Si nos referimos a Rivadavia las cuestiones que ha venido
resaltando la historia oficial y la revisionista siempre son las mismas: La
construcción de ochavas en las esquinas de Buenos Aires y el empréstito con
Gran Bretaña. Es decir, una cuestión urbanística bastante necesaria en ese
entonces y pedir plata (al igual que el resto de los países que estaban
iniciando su proyecto independiente) para arrancar con la construcción del
Estado. Puede ser criticable este último punto, sobre todo por los neo cultores
del “vivir con lo nuestro” que tan bien representa el kirchenrismo en los
últimos tiempos. Nunca ponemos sobre la mesa que Rivadavia creó la Universidad
de Buenos Aires o, algo que definitivamente hubiese cambiado la geografía y la
política de este país, proyectó dividir la provincia de Buenos Aires.
Cuando nos fijamos en las guerras civiles buscamos todo tipo
de explicaciones. Nos gusta el federalismo de Facundo Quiroga y el de Chacho
Peñaloza. Si hurgáramos un poquito tal vez descubriríamos que ambos eran
unitarios. Especialmente el segundo, que toda su vida portó orgullosamente una
de las símbolos representativos de ese partido al afeitar su barba en U
(invertida). Y que, si bien muere a consecuencia de su enfrentamiento con
Sarmiento, siempre compartió con este el mismo bando, enfrentados a Rosas primero
y al centralismo de Buenos Aires después. Cabe destacar que Sarmiento recibe a
Chacho como exiliado en Chile cuando este está escapando del rosismo.
Si seguimos en esa etapa, unos años antes, los ingleses se
enfrentaron con la provincia de Buenos Aires en la Batalla de Obligado. Hasta fijamos
como un día feriado ahora ese mojón en nuestra historia. Sería interesante ver
que piensan en el interior sobre esa batalla, toda vez que los principales
perjudicados por la defensa de Buenos Aires eran los gobiernos de esas
provincias. Y un detalle. La batalla se perdió, los barcos pasaron y
comerciaron.
Más adelante, ya en el siglo XX, se presenta como un nuevo Estatuto
del Coloniaje al pacto Roca-Runcimann. Básicamente el pacto o acuerdo firmado
por el vice argentino con los ingleses para garantizar seguir vendiendo carne a
los británicos, que pensaban comprar solo a sus ex colonias. Nuestra matriz
nacionalista hace que una decisión comercial que cualquiera de nosotros
tomaríamos para garantizarnos en nuestros negocios sea presentada como la peor
de las entregas. No discuto aquí los posteriores acontecimientos del Senado,
sino la practicidad de dicho acuerdo. Pregunto: ¿Qué haríamos si nuestro
negocio depende en un 70% de un cliente y este decide comprarle a nuestro
competidor? Iríamos a buscarlo y proponerle mejores condiciones para que siga
siendo nuestro cliente.
Puedo seguir con otros ejemplos de estas características.
Pero siempre el problema es el mismo. Ponemos en tela de juicio decisiones
prácticas tomadas en diferentes momentos históricos. Incluso la visión de la
historia oficial no difiere en mucho de la revisionista (todas las críticas que
hace el revisionismo las escuche de mis maestras durante la dictadura, las que
usaban el Manual del Alumno Kapeluz).
Pero, para que no me acusen de gorila, voy a
terminar con una del peronismo. Se critica al General por hacerse cargo de
chatarra al nacionalizar los ferrocarriles. Pero no se profundiza un poquito en
alguna cuestión coyuntural. Los británicos nos debían a nosotros (raro ¿no?) y
salían, con bastantes problemas económicos, de la guerra. Perón comprendió que
la única manera de cobrar era en especias y se quedó con los trenes.
Pragmatismo puro. Nada de soberanía ferroviaria.