lunes, 22 de julio de 2013

Tres elecciones



1987: La mesa de la Franja entrando a la izquierda, al lado de la misma puerta de vidrio que ahora. El ambiente es casi igual, adolescentes de 18 recién salidos de la escuela secundaria y algún que otro remanente de años anteriores. Holmbar cruzando la calle (aunque las zapatillas de jamón y queso ya no son lo que eran y el ambiente ya no es el que cobijo el debut de Los Vergara). Sección 16 pero los secundarios habían tenido que acordar una conducción conjunta: uno de la 16 y otro de la 7 (la sectima, para algunos, remarcando la c). Primer paro docente fuerte y yo, que había metido algunas materias por UBA XXI el año anterior, no encontraba mucho que hacer, perder el tiempo en Holmbar resultaba tedioso, sobre todo porque leer el menú con las frases de Los Vergara ya ni era gracioso. Ya en el primer cuatrimestre, sin grandes estridencias, había aprobado Ciencia Política (de docentes, Mariano Aguas y la Negra Boschi) y Sociología. A la mañana a trabajar a la parada, a la tarde a cursar (si había clases) y volver a Parque Chas. La verdad que lo último era lo que menos me seducía. Me acerque entonces a la mesa y pregunté por un documento (Si, en esa época los militantes leían y discutían documentos. Hasta los del UPAU). A la semana siguiente me lo traen. Me daba curiosidad eso de “La contradicción fundamental”, creo que hoy me haría gracia leer sus afirmaciones. Para ubicar en tiempo y espacio, todos éramos medio psicoboleches y alguno, incluso, había curtido un par de FeriFiestas en el Parque Sarmiento (si, estuve presente el día que la Fede elevó la edad de juventud hasta los 35 porque lo habían cagado en el partido a Echegaray).
A la semana, por la huelga, estaba militando (en una de las materias que cursaba -tenía tan extraño nombre que no recuerdo-, la mitad de la cátedra hacía paro y la otra no, unos eran geógrafos y los otros historiadores, nunca entendí muy bien de que iba y la terminé colgando). Los jueves reunión de frente, el resto de la semana en la mesa para encarar las elecciones. El primer bofetaso la elección de diputados, la de “Mejor Jesús”, una paliza en todo el país. Pero la línea que se bajó fue: “no importa, la capital la ganamos y nos fuimos igual a festejar a Quorum”. Se venían las elecciones de centro y la cosa venía complicada. Había aparecido con fuerza UPAU (presentaban lista hasta en la facultad de Filosofía) y se podía perder la FUBA. No se perdió, pero fue el año que se perdió Derecho y Arquitectura. La elección de Ciencia Política no era de las más fuertes pero si de las que nos interesaban a algunos de la agrupación, tres aspirantes a la carrera. Los grandes nos ceden un lugar en la lista, un puesto a “entrar”, el tercer vocal. Raro, porque las internas entre las distintas líneas de la escuelita eran feroces. Pero Drago aportaba casi 20 votos y eso podía definir la elección, casi el 10% del total de votos que se proyectaba sacaría la Franja. Peinamos curso por curso de la sede. De ahí salían esos veinte votos. Fontes que me ofrece ser su “suplente” en esa lista, pero cuando llegan los padrones yo no estaba incluido, por ende quedé afuera. Me reemplazó Baños. Gran frustración, pero había que militarla igual. Primero los llevamos a una charla “para ingresantes” a la que venían profesores importantes de la carrera y unos cuantos barbudos representantes del Centro. A la semana la elección. Uno por uno hacer que voten. Semana larga y posterior llegada a la sede de la carrera (para mi era la primera vez que pisaba Ayacucho). Antes de empezar el escrutinio, uno le pasa a otro un sobre cerrado: “abrilo después que terminen de escrutar”. En una esquina una mesa de póker. Cuatro estudiantes de las distintas agrupaciones que competían en la mesa, una partida interminable hasta la madrugada. Largas horas de escrutinio para sólo 5 urnas, se hacía “doble sobre”. Mientras llega el rumor que se pudrió en ingeniería y habían pisado a uno. El clima se enrarecía. Empiezan a salir los resultados y se iba confirmando una tendencia, la Franja ganaba de nuevo. Al final alguien abre el sobre y, como esos trucos de magia que anticipan un resultado, las cifras que acusa son las que dan el resultado final. Un buen punteo, sólo posible en esa carrera.

1989: Edificio de Marcelo T. El año empezó con todo. Elección Nacional, Menem Presidente. Ese mismo mayo, Primer (y a la larga, único) Congreso de Estudiantes de Ciencia Política. En San Juan. Un par de vagones de tren cedidos para que viajen los estudiantes de las carreras de la capital. Vagones de turista, claro. Viaje en tren: 20 horas a San Juan. En San Juan alojamiento en unas barracas de 20 camas cada una. El baño dependiendo de un termotanque de los chicos, para casi 200 porteños malcriados. Vino malo y mucho. La fiesta final custodiados por la policía desde los altos de un gimnasio de basquet. Al regreso la sorpresa, el que nos había conseguido los trenes se convertía en ministro de economía. Los días se sucedían sin mucho sentido. Una noche escuchamos la renuncia antes de entrar a una pizzería. A las semanas lo miramos por TV con Mema y Pepo en la casa de Pablo, mientras esperábamos que volviera de Chascomús. Las vacaciones en Olavarría. Como diez días que los padres de Andrés nos ceden la casa. Mientras “los grandes” cerrar la lista y elaborar mil posibles alianzas para no perder o tener una derrota decorosa en esa facultad creada para que gane la izquierda o el peronismo. Los grandes son Guillermo, Luciano, el Corto, que se reúnen secretamente para rosquear. En paralelo, negociaciones en los cinco centros para elucubrar la ingeniería electoral. En esa nos va mal, manejamos solo un centro (el de CP) y medio (el de RRTT por la alianza peronista-radical de la Azul y Blanca). Elección tradicional, con boleta larga, nada de representante por carrera (en esa podíamos meter tres y equilibrar la comisión directiva). Arrancamos con un documento sobre concursos que armó flor de quilombo. Nos putearon todos, más los amigos. Los fines de semana a pegar carteles. En septiembre festejar la semana de la primavera. Repartir Cinco y claveles, elección de la reina de la facultad (competencia cabeza a cabeza entre una politóloga y una futura famosa de comunicación, ganó la de CP, por cierto muy fea). Varias sesiones continuadas de 9 semasn y 1/2 en la puerta de la facultad. Hasta los no docentes se prendían. Alianzas cambiantes del lado de enfrente para ver quien nos gana. En realidad, el objetivo es que no metamos ni la minoría. El “Pampi” por un lado, pone toda la carne al asador, hasta inventa una radio. El FUNAP junta menemistas confesos y conversos con los resabios de la JUI. La lista que cierra con heridos. Una reunión en Plaza Hussey sábado a la tarde para putear. Igual el lunes a primera hora levantarse y pasar la semana (si, pasar) en la facultad. Cuidando urnas a la noche o durmiendo en un departamento abandonado o en el hotel enfrente. La cosa es llegar a las 9 a abrir las mesas. El viernes que no llegaba más. Repartir las mesas para fiscalizar y escrutar. El Ruso que sugiere-ordena: “Estas son las planillas, pueden ir jugando al truco para marcar los votos”. Me toca Consejo Directivo. Avalancha de votos. No docente de apellido con alcurnia de sociales que dice “¿vas asumiendo que ganan?”, más deseo que pregunta. El primer festejo en los pasillos, de ahí al local de Delich, a la vuelta donde están todos refugiados. Una de las chicas que llora “nunca había ganado una elección”. A festejar (a medias) a Di Pappo y ahora a gozar el llanto (triste) de ex dirigente monto en otra mesa (hay que entenderlo, la mezcla de menemistas confesos y conversos no consiguió la minoría). Ahora a aguantar el escrutinio de centro. Interminable. Hasta el sábado a las 5 de la tarde. Meterse de nuevo en la facultad. Poder bajar gracias a que el Casca negocia con el PC una salida acordada “de a dos”. 64 votos marcan la diferencia.

1997: Diez años después de la primera. Ya no soy estudiante. Pero igual hay que hacer el camino obligado después de la oficina. Ni se que candidatos llevábamos. El pasillo donde vota RRTT. Toda la semana entre las 18 y las 22. Sorpresa. La Franja gana recupera el centro. Y a nosotros nos toca de nuevo “Apuntes”. En ese lugar habían puesto a cualquiera, no confiábamos en ganar. La escena se traslada a Mar del Plata. Congreso de la SAAP. Larga mesa que suma todas las generaciones de los que pasamos por la Franja de CP. El pibe se cree gerente de apuntes, por menos de $ 2000 “no puede hacerse cargo”, tiene que dejar su trabajo… lo miro desde la punta y le comento que en su momento nos hicimos cargo sin ningún tipo de problema, sin “sueldo” a cambio. Con candidez me responde “seguro a vos te mancaban tus viejos y no tenías que laburar…”. Alguien me agarra el brazo cuando me paro, puedo ser que cometa un homicidio por “emoción violenta”. Telón.

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