(Sobre este tema giró
la segunda columna que hice para Radio UBA en 2011)
Hace tiempo tengo ganas de
preparar un curso de historia argentina dirigido a No estudiantes de Ciencias
Sociales. Divertido, tipo stand up. No se a quien lo podrá interesar, ni si
conseguiría el lugar para darlo. También se me ocurre un manual práctico For
Dummies (al estilo yanqui). Pero tampoco se si alguna editorial me lo contrataría.
Yo como editor si lo contrataría, poro todavía no me animé a hacer mi propio
sello, tal vez en uno o dos años lo haga. Aun no.
Esto me llevó a recordar como fue
mi formación sistemática básica en Historia Argentina en la carrera de Ciencia
Política de la UBA. Aquí vamos con otro viaje al pasado.
Había que acostumbrarse a hablar
de artículos o capítulos de libros y no de apuntes, esa fue la primera frase
que nos dijeron en el teórico de Historia Argentina una noche de abril de 1988
en un aula del primer piso de un viejo edificio de Ayacucho al 600 donde
funcionaba la carrera de Ciencia Política de la UBA. Pero además de los
“artículos de revistas y los capítulos de libros” íbamos también a leer libros. Entonces nos a enfrentamos
a seis títulos que nos permitirían recorrer la historia argentina del siglo xx,
arrancando un poquito antes con:
La formación del Estado Argentino (Oscar
Oszlack, Emecé). Desde el fin de las luchas internas y las guerras civiles
hasta sentar las bases de un insipiente estado nación. El recorrido que propone
el autor por los procesos y los actores (y no por los hechos y protagonistas)
nos metía de lleno en la comprensión de la historia desde otro lugar. Leímos la
versión original, publicada por Editorial de Belgrano, años después me tocaría
reeditarla en Emecé. Claro que en prácticos, además teníamos que leer un
trabajo posterior que había publicado Desarrollo Económico.
De ahí saltamos directo a: El Orden Conservador, (Natalio Botana, Sudamericana). Fue la primer lectura de un libro de Ciencia Política. Es la obra más importante sobre la generación de la década del 80. No solo por la descripción sobre el comportamiento de las clases dirigentes en nuestro país a partir de la unificación nacional y la generación que gobernó el mismo desde 1880 hasta 1916, sino porque desde la Ciencia Política podemos encontrarnos con una demostración de cómo funcionaban los partidos de notables a fines del siglo XIX y principios del XX. En otro artículo, sobre la sanción de la Ley Saenz Peña, Botana señalaría que uno de lo problemas fundamentales de nuestro país para conformar un sistema democrático sustentable fue la ausencia de un partido conservador de masas, como se dio en otros países. El ya impuesto y atrofiado orden conservador no acompaño el proceso de democratización ya que fue más fuerte la tentación de continuar con las malas artes que la Ley Saenz Peña en este sentido.
Todavía no había pasado el primer
parcial y a leer sin sin solución de continuidad al mejor libro sobe El Radicalismo Argentino (David Rock, Amorrortu).
Cuenta la leyenda (no verificada) que David Rock tenía una beca ganada y
solo quedaban temas tangenciales para investigar, entre ellos el funcionamiento
de los partidos políticos argentinos. De ahí que eligiera la historia del
partido radical entre 1890 y 1930. Con claras simpatías por las políticas de
Alvear y una fuerte critica al yrigoyenismo, sobre todo a los métodos clientelísticos
y populistas que este empieza a generar desde el gobierno. En enero de 2010 el
autor confesaría a Revista Ñ, “En Gran Bretaña me invitaron a escribir un
pequeño artículo sobre la historia de la comunidad británica en la Argentina, que iba a
formar parte de una colección de trabajos sobre comunidades británicas en
distintas partes del mundo. La mayoría de los historiadores convocados para ese
proyecto se dedicó al viejo imperio británico, a estudiar las comunidades de
Sudáfrica, Canadá o la India,
pero yo no, me dediqué a la
Argentina, que obviamente nunca fue parte del imperio. En
Argentina hay un grupo bastante grande de británicos, hace algunas décadas eran
cerca de 60 mil”.
Amenizamos la cursada con un par
de textos optativos sobre La Reforma Universitaria, los compilados por
Sanguinetti para el CEAL. Y nos preparábamos para En torno a los orígenes del peronismo (Miguel Murmis y Juan Carlos
Portantiero, Siglo XXI). Un tratado sociológico con dos estudios de los
sociologos Miguel Murmis y Juan carlos Portantiero para complementar la teoría
de Gino Germani sobre el peronismo. Si para Germani el peronismo era una
anomalía, en cambio estos autores le dan un sentido racional a este fenómeno: “A
partir de la alianza de clases dada entre los grandes terratenientes y la
burgusía industrial se produce un proceso de industrialización que dió como
resultado la aparición de un nuevo actor social: los asalariados. Para Germani,
este actor, producto de un proceso de industrialización por sustitución de
importaciones, serán los obreros nuevos, que a diferencia de los obreros viejos
de formación marxista (provenientes de Europa), se dejarán tentar por la figura
de un liderazgo carismático. Murmis y Portantiero, en cambio van a demostrar
que ambos grupos de obreros se dejaran tentar por la figura de Perón”.
Por suerte, ya corrían los textos
para el segundo parcial. Hoy se podría incluir en este recorrido El inventor
del Peronismo (Silvia Mercado, Planeta), pero todavía no se había publicado y
tampoco es un libro académico. Entonces nos enfrascamos en la lectura de: El
peronismo (Peter Wadllman, Hispamérica).
Walldman, un sociólogo alemán nos presenta cuatro fases claramente
diferenciadas en el primer peronismo. La primera, claramente reivindicativa de
los derechos sociales, entre 1943 y 1946. La segunda, la consolidación de un
régimen y un sistema de dominación política (la que mejor refleja el libro
citado previamente de Silvia Mercado). La tercera, combinando una estructura
represiva y otra más liberal, sobre todo en cuestiones económicas. Y la cuarta,
más represiva aún.
Para cerrar, nos tocó la primera
edición de Autoritarismo y Democracia (Marcelo
Cavarozzi, CEAL). Y por suerte fue la primera, la que llega hasta 1983. Ya
que después el libro tuvo dos ediciones más, en Planeta, una que incorporaba el
alfonsinismo y el menemismo y otra, de 2005, que modifica nuevamente el último
capítulo.
Seis libros completos, para una
sola materia, más varios artículos. Así arrancamos la carrera. Hoy con este
nivel de lectura podemos hacer un seminario de un par de años.
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