lunes, 22 de julio de 2013

Vamos a la Ferifiesta



Me plagio a mi mismo, como Hitchcock, como Raymond Chandler. Está permitido.

También podría llamarse: "Me cago en el Che". Y está especialmente dedicado a los muchos comunistas amigos y de mi familia que durante la dictadura me querían convencer que Videla era bueno porque se peleaba con Pinochet que era malo y habíamatadoaVictorJaracortandolelasmanosprimero.

Corría el año 1984 y la democracia empezaba a consolidarse en estas costas del Atlántico. Las opciones de salir a la noche para un adolescente que promediaba la escuela secundaria eran muchas. Incluso teníamos programado un cumpleaños de quince, de esos en los que muchos entrábamos de colado. Pero a Pablo se le ocurrió que íbamos a pasarla mejor en la Ferifiesta, un festival que organizaba el Partido Comunista Argentino en el Parque Sarmiento.
Más que un festival, era una Kermese, con todo lo que ello implicaba. En un stand se podía practicar tiro al blanco contra la figura del diablo (Chávez dixit) de ese momento: Ronald Reagan, o se podían comprar empanadas para colaborar con la Brigada del Café que recogía la cosecha en la recientemente "liberada" Nicaragua, o escuchar a Leon Gieco en el escenario mayor, cuando todavía "Sólo le pido a Dios" no aburría, ni el monotributismo tardío tenía distintas tarifas para cobrar del estado.
Eran tiempos de primavera democrática, aun ni se había lanzado el Plan Austral, el PC venía de apoyar a Luder y a Herminio Iglesias en las elecciones que el PJ había perdido por primera vez en su hasta entonces corta pero tormentosa historia. Ese año, en uno de los pocos aciertos políticos de su larga historia, apoyarían a Alfonsín en el plebiscito por el Beagle.
El PC empezaba a descubrir al Che Guevara, como icono del marketing popular argentino (Es muy interesante para comprende mejor esta afirmación el libro de Sigal: "El día que maté a mi padre"). Patricio Etchegaray era por entonces un joven de treinta años al que como no lo aceptaban en el partido, modificaba el reglamento interno de la Fede para continuar al frente de esta hasta los 35 años. Todo muy democráticamente decidido en una "multitudinaria" asamblea en el gimnasio de Basquet del Parque Sarmiento.

Pablo era miembro de esa juventud, si bien no se había afiliado aún por ser menor, lo haría secretamente al poco tiempo el día de la marcha de la Conadep. Secretamente a espaldas de su mamá, ya que todo el resto de la familia era comunista. Era divertidos verlos como la familia Telerin, aceptando durante la dictadura muchas de las medidas que esta tomaba, pero criticando hasta el hartazgo cualquiera de las primeras medidas del gobierno de Alfonsín (porque así lo ordenaba el partido). Pocos años antes, fueron de los primeros en transitar las recientemente inauguradas autopistas de Cacciatore. Felices en el Taunus. Haciendo simpáticas bromas sobre Videla un día que las cloacas de la quinta presidencial de Olivos estaban tapadas. Así eran las felices familias comunistas, que ahora tenían toda la democracia para ellos para festejarle y disfrutarla. Aunque hoy las recuerde melancolicamente, no puedo dejar de asociar ese viejo juego del tiro al blanco con el más moderno "Escupí tu bronca" que simpáticos infantes pudieron disfrutar en las marchas del 24, gracias al aporte creativo de la organización "La poderosa". Un nuevo homenaje a la moto que llevó a ese médico mediocre a recorrer latinoamerica y cambiar la historia de varios países del contienente, con un jamás justificado río de sangre y muerte.

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