Si las elecciones PASO fuesen hoy, votaría a Ernesto Sanz.
Si este ganase dicha previa, lo votaría también en la general. Lo mismo si el
candidato termina presentándose (nada indica lo contrario por el momento) en
2015. Entonces ¿cuál es el problema?
Es sencillo, en su fortaleza, ser el Presidente de la UCR,
recae su propia debilidad. ¿Cómo es esto? Hagamos un poco de historia.
En 1945, Perón no tenía partido pero tenía votos. Del otro
lado, los partidos formales y conocidos hasta entonces se juntaron para sumar
sus votos y hacer frente al candidato nuevo. La historia es conocida, por poco,
pero Perón ganó esas elecciones.
En 1958 Frondizi tenía prestigio y votos, pero no controlaba
su partido. Rompió el mismo, sumo votos de Perón a cambio de una promesa que
sabía no podía cumplir, y ganó las elecciones.
En 1963, Balbín temía una jugada similar de Perón, y dejó
que corra otro candidato, que al final terminó ganando las elecciones.
En 1973 la historia es trágicamente conocida. Los partidos
no importaban. De hecho la fórmula de los partidos hubiese sido, lógicamente,
Perón-Balbín. Pero primaron las fórmulas incorrectas, primero Cámpora-Solano
Lima (¿cuántos votos hubiesen juntado de no mediar el sabio dedo de Perón?) o
la más loca, pero al final de cuentas, la ganadora, Perón-Perón.
En 1983, Alfonsín apeló primero al electorado externo a la
UCR para ganar la conducción partidaria. Uno de sus consignas fue “Afíliese
para que gane Alfonsín”, no era “Hágase radical”, no importaba la cuestión
ideológica. De ahí que a la postre ganase con una coalición electoral de centro
derecha.
En 1989, Menem destrozó en la interna al candidato formal
del PJ, Antonio Cafiero (que a esta altura ya sumaba más frustraciones que Lula
y De La Sota juntos). Recordemos que Cafiero previamente, en 1985, había roto
lanzas con el peronismo oficial para salir segundo en la elección de diputados
nacionales de ese año, cuando todavía imperaba el tornado alfonsinista.
En 1999 De La Rúa se convierte en candidato de la Alianza
después de haberse alejado sistemáticamente de su partido desde 1993, cuando
entendió que victimizarse ante el electorado porteño le daría buenos réditos
(detalle que haya sido candidato de la UCR en todos esos años, cuanto más chico
figurase el escudo partidario en los afiches, mejor).
En 2003, Menem, Rodríguez Saá y Kirchner por el PJ, fueron
todos candidatos extrapartidarios. Lo mismo López Murphy y Carrió. Todos ellos
dieron la espalda a sus partidos y entre todos sumaron más del 90% de los
votos.
En 2007, “Cristina, Cobos y vos” ganaron la elección a los
candidatos partidarios amalgamados del PJ y la UCR (la fórmula Lavagna-Morales
representaba cabalmente esos espacios).
Podrán decir que mi enumeración es subjetiva. Lo es. Pero
quiero llegar a un punto.
Sanz se ocupó los últimos cuatro años de contener a la UCR.
Lo hizo muy bien. Relanzó el sello partidario y construyó la recientemente
presentada FA-UNEN.
Pero ese que es su triunfo, es su debilidad.
La sociedad puede estar dispuesta a votar a UNEN, pero aún
no se reconcilió con la UCR. Entonces ¿Por qué insistir por ese lado? Ya sirvió
como instrumento para cohesionar a la dirigencia. Es hora de dar el salto
(salir del llano, creo haber leído en un artículo por estos días). Cómo hacerlo
es la cuestión a resolver.
Una solución podría ser renunciar a la conducción
partidaria. Argumentando sinceramente que es un cinturón que aprieta y no
permite generar volumen electoral. Los dirigentes medios que se hayan sumado en
el camino serían los principales beneficiados, ya que ellos recogerían frutos
(y cargos) al momento de la verdad, es decir, el día de las elecciones.
Dejar de ir a TN. Es hora de concurrir a los programas que
mira la gente. Aunque no nos guste, esos programas son Showmatch, Animales
Sueltos, Almorzando con Mirtha, Susana o Intratables. No solo por audiencia,
sino también porque son los que generan repercusiones en las redes sociales. Para
quienes critican a Tinelli o Lanata y sus imitadores, nunca olviden que el
primero en ir al programa de Sapag fue el mismísimo Alfonsín (que también, como
índica Oscar Muiño en su biografía, fue al programa de Tinelli).
El día del debut de Tinelli (o un día después) Facundo Manes
fue a la entrevista de Animales Sueltos, el raiting
de esa noche no superó los dos puntos (unas doscientas mil personas), pero tuvo
repercusión en twitter (como dato individual, en uno de mis cursos, el de
edición de libros, las siete personas que asisten habían visto dicha entrevista
y comentaron lo bien que les había caído el [potencial] candidato a gobernador).
Que quiero decir con esto, se está acertando en instalar de
a poco un candidato a la gobernación de Buenos Aires, pero se falla en instalar
un candidato a presidente, cuándo debería ser al revés.
Somos un partido laico (aunque cuasi una religión en sí
mismo), pero si el Rector de la UBA rompió prejuicios y se juntó con el Papa ¿no
es hora de dar también ese paso? Es una foto que probablemente Massa no
obtenga. Hacer el intento, al menos. Hasta Luis Ventura consiguió esa foto.
A quienes nos gusta Sanz, tal vez veamos en dicho candidato
a Jed Barlet (el genial presidente de The West Wing). Pero no nos olvidemos que
cuando Martín Sheen hizo campaña real para el demócrata Howard Dean, lo terminó
opacando hasta ser finalmente derrotado por Kerry, lo que terminó dando como
resultado, cuatro años más de Bush en la Casa Blanca.
Tenemos que renunciar entonces a un candidato
diferente para este electorado. Yo creo que no. Lo que hay que hacer es
convertirlo más en un Martin Sheen (un actor súper popular, que se humaniza en
el contraste con su hijo) que en un Jed Barlet (tan solo un personaje de
ficción).
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