Dicen que pasa cada 76 años. En 1910 muchos creyeron ver en
su visita el fin del mundo. Pero en 1986 los planetas se había alineado de tal
forma que en Argentina gobernaba la UCR (al igual que en la provincia de Buenos
Aires), River salía campeón de todo lo posible y nosotros ganábamos el viaje de
egresados en Feliz Domingo cuando todavía había que responder preguntas. Para
muchos, era nuestro primer viaje largo (al que se sumaría el que ya habíamos
pagado, desagio mediante). Nuestro curso era de 61 chicos (11 pibes, el resto
chicas). No entrábamos en un solo micro y algunos tuvieron que resignar ir en
otro con otro curso. El primer problema surgió con los padres acompañantes (no
vamos a decir acá como se resolvió). La cosa es que una mañana de abril ya
estábamos en los micros de Centur que nos pasaron a buscar por la entonces
puerta de Ramón Falcón (Hoy Director Vidal). El viaje transcurrió, en
principio, sin ningún problema de arranque.
Eso hasta la noche. A mitad de camino, probablemente en La
Pampa o entrando a Neuquén, uno de los micros que nos vendieron como nuevos
pincho una llanta. Las llantas de los micros son grandes, no es cambiar una
rueda común. Además, los amigos choferes (a esta altura ya eran amigos) no
tenían la menor idea (o eso nos parecía a nosotros). No había mucho para hacer,
salvo esperar que alguien se diera maña para cambiar semejante rueda. Y así
pasaba el tiempo.
La seguridad, bien gracias. Todos abajo, en la banquina,
boludeando y mirando el cielo. No hacía frío (íbamos a ser los únicos egresados
en Bariloche, abril es la fecha que los hoteles hacen mantenimiento). Hasta ese
momento, el tema del cometa era habitual en todas las casas. Pero era como los
Sea Monkys, existir existían pero nadie los había visto. Con el cometa lo
mismo. Uno dijo que en el medio del campo se tenía que ver. Otro, Pablo, había
leído que si se identificaba la Cruz del Sur, se marcaba con los dedos pulgar e
índice su vertical y se trasladaba dicha distancia tres veces hacia el sur
desde el final de dicha constelación, veríamos el cometa. Y en ese momento pasó
a ser el líder y el centro de tamaño experimento y observación. Todos creímos
verlo y expresábamos “PSSSSiiiiiii, ahí está!!!, no lo ves bolú????. Nunca
supimos si sería de veras el Cometa o una estrella que andaba por ahí. Pero a
mis hijos, cuando esté por pasar de nuevo en el 2062 (y vengan con sus nietos a
visitarme al geriátrico) les voy a contar que gracias al Bardo, en el 86 yo vi
al Cometa Halley.
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