Massa me parece un tipo de cuarta. Un arribista que le va a hacer mucho daño al sistema político. Más ambicioso que Menem, reúne lo peor de cada casa (entendiendo cada casa por los partidos que integran el sistema político argentino).
Dicho esto, si lo que busca el kirchenerismo es destruirlo a partir de hacerlo responsable por los "linchamientos sociales" que se están produciendo de manera "espontánea" (hace minutos uno empezó en la puerta de mi casa y terminó a dos cuadras) están, por un lado equivocándose porque lo van a potenciar y, por el otro, es el último de un largo listado de desaguisados que genera el kirchnerismo en pos de destruir el sistema político y social que, incluso, había sobrevivido a De La Rúa.
Si la gente (si la gente, esa que tanto desprecia el progresismo vernáculo) reacciona de esa manera es porque la respuesta a sus problemas que ven en el Leviathan es una señora maquillada (con varios centimetros de maquillaje berreta) que desde la cadena nacional, en medio de la novela favorita de la tarde (el último recurso elegido para lograr más raiting), habla de alfajores. Si, de alfajores.
La gente tiene derecho en sentir vacío. Pero eso no la exonera de la responsabilidad de, todavía, ser una sociedad integrada.
Ayer, en el colectivo, escuché a dos personas (miembros del partido "que barbaridad" diría un progre culposo) decir: "hay que fusilarla". Nadie, pero nadie, se dignó a mirarlos mal. Naturalización total de asociarla a la figura de Isabel. Esa figura a la que tanto quisieron ocultar y diferenciarse. Y por la que la actual presidente tanto hace para parecerse.
Tomamos como natural su último esgince, y no nos parece descabellado que fuese (según el rumor) porque se cayó de un zapato que estaba probando en la habítación del hotel en Italia (no sea cosa que algún paparazzi de esos que abundan en Italia, donde se inventaron) la escrache entrando a Dolce y Gabana o alguna otra tienda de Roma.
La falta de coherencia en llamar las cosas por su nombre (devaluación, ajuste, pauperización de amplios sectores sociales, destrucción del sistema educativo, etc.) hace que cualquier cosa que diga o haga consolide la sensación social de que la Sra. perdió el rumbo.
Solo les queda vengarse de Massa porque los primereó con el legado. ¿Cuál es el legado? Sospecho que el ordenamiendo de los códigos civiles y penales. Así como Alfonsín y Menem legaron la reforma constitucional del 94 (si, la vigente, dejemos hablar de pacto, los dos últimos caudillos dejaron ese legado), la Sra. quería legar a la sociedad un nuevo código civil y un nuevo código penal (o su reforma) y Massa, con solo un poco de picardía (no le pidamos más), se los echó al garete (mientras los partidos de oposición aprovecharon para desmarcarse de figuras descartables).
El costo de esta "venganza", temo, será alto. Y, otra vez, el peronismo hará el salto del tigre para caer parado.
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