Suele llamarme la atención la preocupación de muchos militantes
kircheneristas sobre la falta de inteligencia de quienes no lo somos. Aunque,
vale aclarar, que esta preocupación no es generalizada, sino enfocada en
determinadas personas. Aquellos que, dada nuestra tradición de militancia,
compromiso con la educación pública, los valores de la libertad política y la
integración social, deberíamos estar maravillados con este gobierno.
También hay que aclarar otra cuestión. No son los peronistas de siempre los
que plantean esta falta de inteligencia, sino los que Panembianco definiría
como "arribistas", aquellos que se suman a cambio de incentivos
selectivos. El peronista clásico (que fue menemista, duhaldista y ahora
kirchenrista, como corresponde) no se preocupa sobre estas cuestiones sobre la
"inteligentzia" (como lo definiría Jauretche) de ciertos sectores
progresistas de clase media. Lo toma como se da. El peronista es peronista y lo
seguirá siendo con Massa, Scioli, Randazzo o Taiana (si, si, ayer vi afiches de
Taiana, me pareció lógicamente que era para cambiar el frío de Filmus por el
helado ex canciller como candidato en la Ciudad, pero no, se candidatea para
presidente, se dió cuenta que si Néstor o Cris lo fueron, cualquiera puede
ser). Tengo face-friends kircheneristas (peronistas de siempre) que se bancan
sin chistar o putear mis gorileadas: nos peleamos respetuosamente y hasta a
veces coincidimos, sobre todo cuando criticamos a Los Pumas.
Pero con los radicales o progres kirchneristas es otra cosa. Tienen algún
problema con quienes no lo somos. O tal vez vieron algo que nosotros no. O tal
vez el problema es con ellos mismos. Se sienten solos. Están en un espacio que
no les es propio o directamente ajeno. Ellos, tan inteligentes, son parte de la
inteligentzia jauretchiana. Les molestan los pobres. Son el medio pelo, ahora
incorporado al ancho espacio peronista. Pero no dejan de ser sapos de otro
pozo. Sin quererlo, son como Susanita, cuando dice “vamos a hacer cenas
benéficas, donde comer caviar, pato a la naranja y otros manjares, para comprar
polenta, fideos y lentejas, esas cosas que comen los pobres”.
Jauretche se reía de ellos. Y hoy ellos están en ese espacio. Y no se
encuentran. Por eso necesitan que nosotros (los otros inteligentes, según
ellos), los justifiquemos. Necesitan de nuestra patina bien pensante, a la vez
que nos desprecian mientras intentan comprendernos. No se dan cuenta que
quienes desprecian a los pobres son ellos. No el resto. El resto seremos poco
inteligentes, o no vimos la luz aún. Pero no queremos comprar polenta para
darle a los pobres. Queremos que dejen de ser pobres. Por eso no somos
peronistas. Y parece que tampoco, inteligentes.
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