sábado, 14 de junio de 2014

Debemos ser burros, en definitiva

Suele llamarme la atención la preocupación de muchos militantes kircheneristas sobre la falta de inteligencia de quienes no lo somos. Aunque, vale aclarar, que esta preocupación no es generalizada, sino enfocada en determinadas personas. Aquellos que, dada nuestra tradición de militancia, compromiso con la educación pública, los valores de la libertad política y la integración social, deberíamos estar maravillados con este gobierno.
También hay que aclarar otra cuestión. No son los peronistas de siempre los que plantean esta falta de inteligencia, sino los que Panembianco definiría como "arribistas", aquellos que se suman a cambio de incentivos selectivos. El peronista clásico (que fue menemista, duhaldista y ahora kirchenrista, como corresponde) no se preocupa sobre estas cuestiones sobre la "inteligentzia" (como lo definiría Jauretche) de ciertos sectores progresistas de clase media. Lo toma como se da. El peronista es peronista y lo seguirá siendo con Massa, Scioli, Randazzo o Taiana (si, si, ayer vi afiches de Taiana, me pareció lógicamente que era para cambiar el frío de Filmus por el helado ex canciller como candidato en la Ciudad, pero no, se candidatea para presidente, se dió cuenta que si Néstor o Cris lo fueron, cualquiera puede ser). Tengo face-friends kircheneristas (peronistas de siempre) que se bancan sin chistar o putear mis gorileadas: nos peleamos respetuosamente y hasta a veces coincidimos, sobre todo cuando criticamos a Los Pumas.
Pero con los radicales o progres kirchneristas es otra cosa. Tienen algún problema con quienes no lo somos. O tal vez vieron algo que nosotros no. O tal vez el problema es con ellos mismos. Se sienten solos. Están en un espacio que no les es propio o directamente ajeno. Ellos, tan inteligentes, son parte de la inteligentzia jauretchiana. Les molestan los pobres. Son el medio pelo, ahora incorporado al ancho espacio peronista. Pero no dejan de ser sapos de otro pozo. Sin quererlo, son como Susanita, cuando dice “vamos a hacer cenas benéficas, donde comer caviar, pato a la naranja y otros manjares, para comprar polenta, fideos y lentejas, esas cosas que comen los pobres”.
Jauretche se reía de ellos. Y hoy ellos están en ese espacio. Y no se encuentran. Por eso necesitan que nosotros (los otros inteligentes, según ellos), los justifiquemos. Necesitan de nuestra patina bien pensante, a la vez que nos desprecian mientras intentan comprendernos. No se dan cuenta que quienes desprecian a los pobres son ellos. No el resto. El resto seremos poco inteligentes, o no vimos la luz aún. Pero no queremos comprar polenta para darle a los pobres. Queremos que dejen de ser pobres. Por eso no somos peronistas. Y parece que tampoco, inteligentes.

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