viernes, 18 de abril de 2014
Semana Santa
Todos los años teníamos a disposición la casa de Pablo. Una casa moderna, estilo americano de los años sesenta. Los padres se iban a la quinta. Habrá sido por el 85 que empezó el rito. Dos o tres noches seguidas. Cine, mucho cine. ¿Qué esperaban? ¿Que estuviésemos correteando chicas, organizando fiestas, asados memorables? Nuestro máximo pecado era haber comido milanesas al mediodía. Eramos Pablo, Guille y yo. Guille, además dueño de un video club. Pablo, a lo sumo, agarraba el Fiat 600 (cuando funcionaba, el taller siempre priorizaba otros coches) y podíamos terminar comiendo en costanera, pero nada más. Así transcurría Semana Santa a fines de los ochenta. En esos años eramos losers, hoy seríamos protagonistas de una sit com americana.
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