Hace un año escribí sobre el dilema de Sanz, como romper con
el partido para ganar con la sociedad. Si bien no se dio la cosa de esa manera
ya que el candidato no logra salir de un piso bajo de acuerdo a las encuestas
conocidas, al menos empezó a romper el partido. Y está bien.
Una encuesta casera en mi face a partir de la pregunta sobre
quien debía haber sido elegido precandidato a presidente obtuvo respuestas
varias, algunas graciosas (El Sapo Pepe o Ricardo Mussa) y otras sinceras
(Lilia Puig, Norma Morandini o Gabriela Michetti). Interesantes ya que
equilibraría la formula con una mujer. Creo que el primer caso lo impide la “Sabia”
Carta Orgánica partidaria. El segundo es una interesante idea de un amigo, que
choca con la pared del desconocimiento y el tercero hubiese sido una buena
opción en caso de fórmulas cruzadas (algo sobre lo que también escribí hace un
tiempo).
La opción fue un extrapartidario. Un académico sin vida de comité.
Y esto es lo que más molesta a radicalandia. No son las supuestas excentricidades
del candidato (corre contra los guanacos, lo hace descalzo y come solo
productos que no necesiten elaboración). También molestan sus críticas a
Alfonsín (Fundadas por cierto ¿o acaso no nos fuimos del gobierno con
hiperinflación?). En este punto me quiero detener un instante: ¿Somos
peronistas y no podemos criticar a nuestros dirigentes? Es decir, Alfonsín
¿Nunca cometió errores? Creo, sin haberlo conocido personalmente, que el mismo
sería el primero en negarse a ese lugar de infalibilidad (solo reservada a los
Papas, siempre que no sean argentinos).
También se le critica una supuesta adhesión al thatcherismo a
partir de un twit sobre la inflación y el crecimiento. Es decir, el tipo habla
en contra de la inflación y a favor del crecimiento, pero lo criticamos por
eso. Y eso que no entramos en la discusión sobre las políticas sociales
implementadas por Tatcher para llevar adelante, en paralelo, sus políticas de
ajuste (podemos ver el reciente libro de Aldo Isuani al respecto, Capitalismo vs. Democracia).
Hasta ahora no vi a nadie que lo critique por sus ideas para
dividir la provincia de Buenos Aires (proyecto rivadaviano, que retoma
indirectamente e inconcientemente Alfonsín cuando quiera trasladar la capital a
Viedma) o por su postura sobre política cambiaria, o sobre cómo hacer más
dinámico y barato el sistema de transportes del conurbano al centro de la
ciudad o (muy cara a mi vida cotidiana) cómo evitar las colas en el
supermercado.
Sería interesante discutir esas cuestiones, estemos o no de
acuerdo. Aclaro que no comparto muchas de las cuestiones que plantea. Pero creo
que de eso se trata la vida democrática.
Nota: Ninguno de los que planteo otros candidatos en mi
casera encuesta ofreció candidatos con territorio, es decir al Gobernador de
Corrientes o a alguno de los intendentes radicales del interior de Buenos Aires
o de otras ciudades importantes. En fin. El radicalismo está muerto, viva el
neo-radicalismo.
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