Hace un par
de meses escribí un post donde, fundamentalmente, contaba de mi paso por el
Colegio EE.UU. de América de San Martín. Básicamente me refería a la escuela
secundaria, con algún que otro recuerdo de la primaria y de algunas personas
que conocí allí. Pero claramente, era un post sobre los años de secundaria.
Contaba poco, o casi nada, de “La Escuelita”, ese edificio de la vuelta, lo que
en la jerga institucional era, pomposamente, el Departamento de Aplicación.
Un viejo
edificio, con aulas de techo alto. Casi todas rodeando un patio interior, de
techo de chapa. Un edificio no propio. De hecho, la única vez que mis viejos
fueron a una reunión de padres, había sido allá por el 78, porque la sucesión
dueña del edificio (¿los Pueyrredon?) iba a reclamar el mismo y “nos íbamos a
quedar sin escuela”. Eso implicaba que no tendríamos edificio donde estudiar.
El mangaso, esa vez, vino por el lado de la rifa de un coche. Cada familia tenía
que vender cuatro números a un precio bastante alto (serían como $1000.- de
ahora por número). La mayoría, estoy seguro, terminó autocomprando la rifa. No
se en definitiva quien ganó el coche. Pero el edificio sigue ahí. Si bien no funciona
ya la primaria (que pasó al edificio nuevo que se terminó de construir cuando
estábamos terminando la secundaria), ahora funciona allí el profesorado.
Hace poco
ví en Factbook una foto de la fiesta de graduación, un baile en el patio
techado, puede que para muchos el primer asalto. Poco después de ver esa foto,
volví a entrar al edificio, ya que algunas de las reuniones de la Asociación de
ex alumnos se hacen allí por cuestiones prácticas.
Literalmente
el edificio se cae. El patio descubierto, otrora canchita de fútbol en los
recreos, partido al medio por una dudosa huerta. El baño de varones (una
letrina en nuestra época), no existe más, hay un mingitorio al lado de la casa
de la portera y donde estaba antes, creo, hay una especie de vivero. El de
mujeres debe seguir siendo el mismo.
El
escenario, donde en 1984 con los chicos de tercero séptima hicimos una obra de
teatro para juntar ropa y mandar a escuelas de La Rioja (bah, una escusa, en
realidad era para promocionar Latín, pero no lo vamos a decir porque la
profesora de esa materia sigue en la escuela), hace dos o tres meses estaba
casi desguazado, hoy directamente no existe y está tapiado.
La cocinita
de portería, que otrora nos albergaba ya que Nelly, la encargada de la tarde,
era la madre de una de nuestras compañeras (y se encargaba además de juntar la
plata para el viaje de egresados), sigue en el mismo lugar, pero literalmente
vacía, solo un anafe (en esto me falla la memoria, tal vez hace treinta años
estaba igual, pero antes no me parecía vacía y ahora si).
Ya no
existe el aula de música, esa en donde Egle me rechazó para formar parte del
coro (aún no entiendo esa arbitraria decisión).
¿Porque
este post? No se, es domingo a la tarde, el reportaje a Cris me aburre y me da
pena el estado de ese edificio, tal vez porque refleje el estado actual de la
educación. Sigue siendo, por lo que me comentaron, un edificio alquilado. A raíz
de ello, nadie pone un mango.