Esto no es peronismo, decía Evita de la Huelga Ferroviaria.
Esto no es peronismo, decía Perón del levantamiento del General Valle.
Esto no es peronismo, decía Vandor del General.
Esto no es peronismo, decían los Montoneros de López Rega.
Esto no es peronismo, decía López Rega de los montoneros.
Esto no es peronismo, decían los sindicalistas de Isabel.
Esto no es peronismo, decía Imbelloni de Lúder.
Esto no es peronismo, decía Cafiero de Herminio Iglesias.
Esto no es peronismo, decía Herminio Iglesias de Grosso y Manzano.
Esto no es peronismo, decía el grupo de los ocho de Menem.
Esto no es peronismo, decía Menem de Chacho Álvarez.
Esto no es peronismo, decía Néstor de Duhalde.
Esto no es peronismo, decía Duhalde de Cristina Kirchner.
Si nada de eso es el peronismo ¿alguien me puede explicar que es el peronismo?
jueves, 26 de diciembre de 2013
martes, 17 de diciembre de 2013
La vara
A raíz de algunos comentarios expresados en redes sociales sobre la realidad
nacional y mi visión personalísima sobre la misma, más de un contacto se sintió
afectado y ofendido, incluso alguno parafraseó con el refrán de la condición
del ladrón y otro los tomo como imbecilidades. Mis comentarios giraban en torno
a cuestiones políticas de la actualidad.
Me costó mucho entender el porque de dichas reacciones, toda vez que ninguna de mis afirmaciones los afectaba personalmente, sino que eran opiniones sobre el gobierno o sobre el estado actual de la democracia. Como no me analizo, intenté tratar de entender que me hacía pensar de la forma que lo hacía y porque lo planteaba de dicha manera. Por ejemplo, estoy convencido que en treinta años de democracia involucionamos notablemente en términos educativos. Creo que la combinación de el flacsismo y el freirismos (mal entendido, creo que nadie leyó a Freire) es explosivo y nos lleva a convertir a las escuelas en algo muy distinto a lo que eran hace treinta años. El índice Pisa me da la razón. Ahora bien, ¿por qué la mayoría de los que estudiaron conmigo hoy se sienten ofendidos si uno hace una afirmación de esas características? Es un misterio absoluto que no logro desentrañar. Debo estar equivocado yo entonces y aceptar que la institución que nosotros llamábamos escuela ahora es otra cosa y cumple una función distinta.
Pero ayer asistí a una charla donde un ex rector de la Universidad de Buenos Aires sostuvo una frase que viene a reafirmar lo que pienso: La universidad tal como la entendemos hoy en día en nuestro país es un instituto terciario, perdió su condición de universidad. Y en definitiva va en correlato con lo que pasó en otros niveles de la educación. El concepto "escribo como puedo" que se les inculca a los chicos en primer y segundo grado termina haciendo estragos en el resto del esquema educativo.
Pero en esta charla escuche otra afirmación que terminó de reafirmar en palabras lo que a mi me costaba expresar. Hace treinta años podíamos decir con toda convicción: "el peor gobierno democrático siempre va a ser mejor que el mejor (si algo así existiera) gobierno autoritario. Y esta afirmación era cierta en la década del ochenta. Pero treinta años después no nos sirve seguir midiéndonos con esa vara". Es decir, si hay un gobierno malo el solo hecho de haber contado con la bendición de los votos no lo convierte en un gobierno impoluto. A esta altura debemos subir la vara. Una vara que en lugar de subir, bajamos.
Me pregunto en función de esto, ¿hubiésemos tolerado hace treinta años alguna de las denuncias por corrupción que surgieron solo en el último año? por ejemplo, Cafiero pasó toda su vida política aclarando cuestiones sobre un piano que desapareció de la gobernación de Mendoza cuando le tocó ser interventor de dicha provincia (incluso ocupa un capítulo de sus memorias para aclarar al respecto), Isabel Perón fue procesada por comprar con fondos de una fundación ¡150 grs. de jamón!, mas cercano en el tiempo Anibal Reynaldo terminó en el ostracismos por darse un crédito del Banco Hipotecario de unos pocos pesos (crédito para el que estaba formalmente autorizado y cubierto según sus ingresos y además ¡pagó! en su totalidad), y así millones de ejemplos. Hoy tomamos con naturalidad que un vicepresidente sea potencialmente socio en la compra de una imprenta de billetes o un ex presidente y su conyugue (actual presidente) sean sospechados (al menos sospechados) de corrupción.
Y es porque no solo no subimos la vara para medir la institucionalidad sino que la bajamos. Y la bajamos mucho. Y ahí es donde vuelvo sobre el principio. En 1983, ¿soñábamos con esto o soñábamos con otro país? En mi post anterior sostuve que soy un bicho raro en el radicalismo. No soy alfonsinista de la primera hora, sino que soy un post alfonsinista gustoso de reivindicar su gobierno pero no así muchas de sus acciones posteriores. Creo que en el 83 la gente votó a Alfonsín harta del peronismo, pero también lo votó porque ofrecía la oportunidad de un país moderno. Un país distinto, no un país empobrecido. Un ex senador radical pone un ejemplo: Una de las primeras medidas que toma Alfonsín es permitir la captación de señales parabólicas por parte de particulares, una de las primeras medidas de Kirchner es prohibirlas, no sea cosa que sepamos que pasa en el mundo.
En las dos primeras décadas de democracia una vez que se consagraban los candidatos que competirían por la presidencia, salían de viaje para mostrarse al mundo. Un mundo que ya conocían. Para hacer contactos y también (por que no decirlo), para joderle la vida al cristiano que quedaba gobernando acá y sería prontamente reemplazado. Pero en 2003 elegimos a un tipo que nunca había salido de las fronteras del país, y ahí la cagamos. Además, millonario a la vieja usanza, un Tío Rico que acumulaba casas como el Tío del Pato Donald acumulaba dólares, tacañamente. Y ese estilo se trasladó al país y la gestión. Y automáticamente bajó la vara.
No digo que seamos Corea del Norte (aun). Pero en muchas cosas nos estamos pareciendo. Por ejemplo, cuando murió Alfonsín muchos honestamente se sintieron tristes, pero no obligaron a todos a llorarlo, a mas de uno esa muerte le pasó desapercibida, y está bien que así sea. Cada uno lo procesó de la mejor forma. Cuando murió Kirchner no podías no estar triste, no podía pasarte esa muerte desapercibida. En cuestiones económicas los cráneos de la Gran Makro nos quieren convencer que zafamos del safarrancho mundial por estar aislados del mundo, por “vivir con lo nuestro”, salvando las distancias (acá no se fusiló a nadie) la última purga en Corea tiene que ver con los intentos de una facción del PC de abrirse al comercio con China.
Por último, hace tres años cuando Corea fracasó en el mundial de Fútbol, los jugadores fueron obligados a permanecer en un corralito mientras el pueblo pasaba por delante de ellos para insultarlos, no me parecería raro que algo así nos depare nuestro futuro cercano si nos volvemos de nuevo en octavos en Brasil 2014. No estamos muy lejos de eso.
Me costó mucho entender el porque de dichas reacciones, toda vez que ninguna de mis afirmaciones los afectaba personalmente, sino que eran opiniones sobre el gobierno o sobre el estado actual de la democracia. Como no me analizo, intenté tratar de entender que me hacía pensar de la forma que lo hacía y porque lo planteaba de dicha manera. Por ejemplo, estoy convencido que en treinta años de democracia involucionamos notablemente en términos educativos. Creo que la combinación de el flacsismo y el freirismos (mal entendido, creo que nadie leyó a Freire) es explosivo y nos lleva a convertir a las escuelas en algo muy distinto a lo que eran hace treinta años. El índice Pisa me da la razón. Ahora bien, ¿por qué la mayoría de los que estudiaron conmigo hoy se sienten ofendidos si uno hace una afirmación de esas características? Es un misterio absoluto que no logro desentrañar. Debo estar equivocado yo entonces y aceptar que la institución que nosotros llamábamos escuela ahora es otra cosa y cumple una función distinta.
Pero ayer asistí a una charla donde un ex rector de la Universidad de Buenos Aires sostuvo una frase que viene a reafirmar lo que pienso: La universidad tal como la entendemos hoy en día en nuestro país es un instituto terciario, perdió su condición de universidad. Y en definitiva va en correlato con lo que pasó en otros niveles de la educación. El concepto "escribo como puedo" que se les inculca a los chicos en primer y segundo grado termina haciendo estragos en el resto del esquema educativo.
Pero en esta charla escuche otra afirmación que terminó de reafirmar en palabras lo que a mi me costaba expresar. Hace treinta años podíamos decir con toda convicción: "el peor gobierno democrático siempre va a ser mejor que el mejor (si algo así existiera) gobierno autoritario. Y esta afirmación era cierta en la década del ochenta. Pero treinta años después no nos sirve seguir midiéndonos con esa vara". Es decir, si hay un gobierno malo el solo hecho de haber contado con la bendición de los votos no lo convierte en un gobierno impoluto. A esta altura debemos subir la vara. Una vara que en lugar de subir, bajamos.
Me pregunto en función de esto, ¿hubiésemos tolerado hace treinta años alguna de las denuncias por corrupción que surgieron solo en el último año? por ejemplo, Cafiero pasó toda su vida política aclarando cuestiones sobre un piano que desapareció de la gobernación de Mendoza cuando le tocó ser interventor de dicha provincia (incluso ocupa un capítulo de sus memorias para aclarar al respecto), Isabel Perón fue procesada por comprar con fondos de una fundación ¡150 grs. de jamón!, mas cercano en el tiempo Anibal Reynaldo terminó en el ostracismos por darse un crédito del Banco Hipotecario de unos pocos pesos (crédito para el que estaba formalmente autorizado y cubierto según sus ingresos y además ¡pagó! en su totalidad), y así millones de ejemplos. Hoy tomamos con naturalidad que un vicepresidente sea potencialmente socio en la compra de una imprenta de billetes o un ex presidente y su conyugue (actual presidente) sean sospechados (al menos sospechados) de corrupción.
Y es porque no solo no subimos la vara para medir la institucionalidad sino que la bajamos. Y la bajamos mucho. Y ahí es donde vuelvo sobre el principio. En 1983, ¿soñábamos con esto o soñábamos con otro país? En mi post anterior sostuve que soy un bicho raro en el radicalismo. No soy alfonsinista de la primera hora, sino que soy un post alfonsinista gustoso de reivindicar su gobierno pero no así muchas de sus acciones posteriores. Creo que en el 83 la gente votó a Alfonsín harta del peronismo, pero también lo votó porque ofrecía la oportunidad de un país moderno. Un país distinto, no un país empobrecido. Un ex senador radical pone un ejemplo: Una de las primeras medidas que toma Alfonsín es permitir la captación de señales parabólicas por parte de particulares, una de las primeras medidas de Kirchner es prohibirlas, no sea cosa que sepamos que pasa en el mundo.
En las dos primeras décadas de democracia una vez que se consagraban los candidatos que competirían por la presidencia, salían de viaje para mostrarse al mundo. Un mundo que ya conocían. Para hacer contactos y también (por que no decirlo), para joderle la vida al cristiano que quedaba gobernando acá y sería prontamente reemplazado. Pero en 2003 elegimos a un tipo que nunca había salido de las fronteras del país, y ahí la cagamos. Además, millonario a la vieja usanza, un Tío Rico que acumulaba casas como el Tío del Pato Donald acumulaba dólares, tacañamente. Y ese estilo se trasladó al país y la gestión. Y automáticamente bajó la vara.
No digo que seamos Corea del Norte (aun). Pero en muchas cosas nos estamos pareciendo. Por ejemplo, cuando murió Alfonsín muchos honestamente se sintieron tristes, pero no obligaron a todos a llorarlo, a mas de uno esa muerte le pasó desapercibida, y está bien que así sea. Cada uno lo procesó de la mejor forma. Cuando murió Kirchner no podías no estar triste, no podía pasarte esa muerte desapercibida. En cuestiones económicas los cráneos de la Gran Makro nos quieren convencer que zafamos del safarrancho mundial por estar aislados del mundo, por “vivir con lo nuestro”, salvando las distancias (acá no se fusiló a nadie) la última purga en Corea tiene que ver con los intentos de una facción del PC de abrirse al comercio con China.
Por último, hace tres años cuando Corea fracasó en el mundial de Fútbol, los jugadores fueron obligados a permanecer en un corralito mientras el pueblo pasaba por delante de ellos para insultarlos, no me parecería raro que algo así nos depare nuestro futuro cercano si nos volvemos de nuevo en octavos en Brasil 2014. No estamos muy lejos de eso.
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